lunes, 3 de diciembre de 2007

RECORDANDO LO QUE FUIMOS.......



Eduardo Galeano cuenta la historia de la Revolución Sandinista


1963
Río Coco


En los hombros lleva el abrazo de Sandino,

que el tiempo no ha borrado. Treinta años después, el coronel Santos López vuelve a la guerra, en la selva del norte, para que Nicaragua sea.
Hace un par de años nació el Frente Sandinista. Lo nacieron, junto a Santos López, Carlos Fonseca Amador y Tomás Borge y otros muchachos que no conocieron a Sandino pero quieren continuarlo. La tarea costará sangre, y ellos lo saben:
- Tanta inmundicia no puede ser lavada con agua, por muy bendita que esté -dice Carlos Fonseca.
Perdidos, sin armas, ensopados por la lluvia eterna, sin comer pero comidos, jodidos, rejodidos, deambulan por la selva los guerrilleros. No hay peor momento que la caída del sol. El día es día y la noche, noche, pero el atardecer es hora de agonía y espantosa soledad; y los sandinistas no son nada todavía, o casi nada.



1976
Selva de Zinica


Carlos

Criticaba de frente, elogiaba por la espalda. Miraba como gallo enojado, por miope y por fanático, bruscos ojos azules del que veía más allá de los otros, hombre de todo o nada; pero las alegrías lo hacían brincar como a niño chico y cuando dictaba órdenes parecía que estaba pidiendo favores.
Carlos Fonseca Amador, jefe de la revolución de Nicaragua, ha caído peleando en la selva.
Un corones trae la noticia e la celda donde Tomás Borge yace reventado por la tortura.
Juntos habían andado mucho camino, Carlos y Tomás, desde los tiempos en que Carlos vendía diarios y caramelos en Matagalpa; y juntos habían fundado, en Tegucigalpa, el Frente Sandinista.
- Murió -dice el coronel.
- Se equivoca, coronel -dice Tomás



1977
Managua


Tomás

Atado a una argolla, tiritando, todo enchastrado de mierda y sangre y vómito, Tomás Borge es un montoncito de huesos rotos y de nervios desnudos, una piltrafa que yace en el suelo esperando el próximo turno de suplicio.
Pero ese resto de él todavía puede navegar por los secretos ríos que lo viajan más allá del dolor y la locura. Dejándose ir llega a otra Nicaragua; y la ve.
A través de la capucha que le estruja la cara hinchada por los golpes, la ve: cuenta las camas de cada hospital, las ventanas de cada escuela, los árboles de cada parque, y ve a los dormidos parpadeando, encandilados, los muertos de hambre y los muertos de todo que están siendo despertados por los soles recién nacidos de su vuelo.



1977
Archipiélago de Solentiname


Cardenal

Las garzas, que están mirándose al espejo, alzan los picos: ya vuelven las barcas de los pescadores, y tras ellas las tortugas que vienen a parir a la playa.
En un barracón de madera, Jesús come sentado a la mesa de los pescadores. Come huevos de tortuga y carne de guapotes recién pescados, y come yuca. La selva, buscándolo, mete sus brazos por las ventanas.
A la gloria de este Jesús escribe Ernesto Cardenal, el monje poeta de Solentiname. A su gloria canta el zanate clarinero, pájaro sin adornos, siempre volando entre pobres, que en las aguas del lago se refresca las alas. Y a su gloria pintan los pescadores. Pintan cuadros fulgurantes que anuncian el Paraíso, todos hermanos, nadie patrón, nadie peón; hasta que una noche los pescadores que pintan el Paraíso deciden empezar a hacerlo y atraviesan el lago y se lanzan al asalto del cuartel de San Carlos.
- ¡Jo-dío! ¡Jo-dío!
A muchos mata la dictadura mientras los buscadores del Paraíso caminan por las montañas y los valles y las islas de Nicaragua. La masa se levanta, el gran pan se eleva...



1978
Managua


"La Chanchera"

llama el pueblo nicaragüense al Palacio Nacional. En el primer piso de este pretencioso partenón discursean los senadores. En el segundo, los diputados.
Un mediodía de agosto, un puñado de guerrilleros al mando de Edén Pastora y Dora María Téllez asalta la Chanchera, t en tres minutos se apodera de todos los legisladores de Somoza. Para recuperarlos, Somoza no tiene más remedio que liberar a los sandinistas presos. El pueblo ovaciona a los sandinistas todo a lo largo del camino al aeropuerto.
Éste va siendo un año de guerra continua. Somoza lo inauguró mandando matar al periodista Pedro Joaquín Chamorro. Entonces el pueblo en furia incendió varias empresas del dictador. Las llamas arrasaron a la próspera Plasmaféresis, S. A., que exportaba sangre nicaragüense a los Estados Unidos; y el pueblo juró que no descansará hasta enterrar al vampiro, en algún lugar más oscuro que la noche, con un a estaca clavada en el corazón.


1979
Siuna


Retrato de un obrero en Nicaragua

José Villarreina, casado, tres hijos. Minero de la empresa norteamericana Rosario Mines, que hace setenta años volteó al presidente Zalaya. Desde 1952, Villarreina escarba oro en los socavoces de Siuna; pero sus pulmones no están todavía del todo podridos.
A la una y media de la tarde del 3 de julio de 1979, Villarreina asoma por una de las chimeneas del socavón y un vagón de mineral le arranca la cabeza. Treinta y cinco minutos después, la empresa comunica al muerto que de conformidad con lo dispuesto por los artículos 18, 115, y 119 del Código de Trabajo, queda suspendido por incumplimiento de contrato.


1979
En toda Nicaragua


Corcovea la tierra

mas que en todos los terremotos juntos. Los Aviones sobrevuelan la selva inmensa arrojando napalm y bombardean las ciudades erizadas de barricadas y trincheras. Los sandinistas se apoderan de León, Masaya, Jinotega, Chinandega, Estelí, Carazo, Jinotepe...
Mientras Somoza espera un préstamo de 65 millones de dólares, que cuenta con el visto bueno del Fondo Monetario Internacional, en toda Nicaragua se pelea árbol por árbol y casa por casa. Enmascarados tras las caretas o pañuelos, los muchachos atacan con fusiles o machetes o palos o piedras o lo que venga; y si el fusil no es de verdad el de juguete sirve para impresionar.
En Masaya, que en lengua india significa Ciudad que arde, el pueblo, sabio en pirotecnia, convierte los tubos de agua en cañones de morteros y también inventa la bomba de contacto, sin mecha, que estalla al golpear. En medio del tiroteo caminan las viejecitas cargando grandes bolsas llenas de bombas, y las van distribuyendo como quien reparte pan.


1979
En toda Nicaragua


Que nadie quede solo,

que nadie se pierda, que se armó la runga, reventó la mierda, el gran corre-corre, el pueblo arrecho peleando a puro pecho contra tanques y tanquetas, camiones y avionetas, rifles y metralletas, todos el mundo a la bulla, de aquí nadie se raja, sagrada guerra mía y tuya y no guerrita de rifa y rafa, pueblo fiero, arsenal casero, a verga limpia peleando, si no te morís matando vas a morirte muriendo, que codo a codo es el modo, todos con todo, pueblo siendo.


1979
Managua


"Hay que estimular el turismo",

ordena el dictador mientras arden los barrios orientales de Managua, incendiados por los aviones.
Desde el búnker, gran útero de acero y cemento, gobierna Somoza. Allí no se escucha el trueno de las bombas, ni los aullidos de la gente, ni nada se ve ni se huele. En el búnker vive Somoza desde hace tiempo, en pleno centro de Managua pero infinitamente lejos de Nicaragua; y en el búnker se reúne, ahora con Fausto Amador.
Fausto Amador, padre de Carlos Fonseca Amador, es el administrador general del hombre más rico de Centroamérica. El hijo, fundador del Frente Sandinista, entendía de patria; el padre, de patrimonio.
Rodeados de espejos y de flores de plástico, sentados ante una computadora, Somoza y Fausto Amador organizan la liquidación de los negocios y el desvalije total de Nicaragua.
Después , Somoza declara por teléfono:
- Ni me voy ni me van.


1979
Managua


El nieto de Somoza

Lo van y se va. Al alba, Somoza sube al avión hacia Miami. En estos últimos días los Estados Unidos lo han abandonado, pero él no ha abandonado a los Estados Unidos:
- En mi corazón, yo siempre seré parte de esa gran nación.
Somoza se lleva de Nicaragua los lingotes de oro del Banco Central, ocho papagayos de colores y los ataúdes de su padre y de su hermano. También se lleva, vivo, al príncipe heredero.
Anastasio Somoza Portocarrero, nieto del fundador de la dinastía, es un corpulento militar que ha aprendido las artes del mando y el buen gobierno en los Estados Unidos. En Nicaragua fundó y dirigió, hasta hoy, la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería, un juvenil cuerpo del ejército especializado en el interrogatorio de prisioneros y famoso por sus habilidades: armados de pinza y cuchara, estos muchachos saben arrancar uñas sin quebrar las raíces y saben arrancar ojos sin lastimar los párpados.
La estirpe de los Somoza marcha al destierro mientras Augusto César Sandino pasea por toda Nicaragua, bajo lluvia de flores, medio siglo después de su fusilamiento. Se ha vuelto loco este país: el plomo flota, el corcho se hunde, los muertos se escapan del cementerio y las mujeres de la cocina.



1979
Granada


Las comandantes

A la espalda, un abismo. Por delante y a los costados, el pueblo armado acometiendo. El cuartel La Pólvora, en la ciudad de Granada, último reducto de la dictadura, está al caer.
Cuando el coronel se entera de la fuga de Somoza, manda callar las ametralladoras. Los sandinistas también dejan de disparar.
Al rato se abre el portón de hierro del cuartel y aparece el coronel agitando un trapo blanco.
- ¡No disparen!
El coronel atraviesa la calle.
- Quiero hablar con el comandante.
Cae el pañuelo que cubre la cara:
- La comandante soy yo -dice Mónica Baltodano, una de las mujeres sandinistas con mando de tropa.
- ¿Que qué?
Por boca del coronel, macho altivo, habla la institución militar, vencida pera digna, hombría del pantalón, honor del uniforme:
- ¡Yo no me rindo ante una mujer! -ruge el coronel.
Y se rinde.



1979
En toda Nicaragua


Naciendo

Tiene unas horas de edad la Nicaragua recién nacida en los escombros, verdor nuevito entre las ruinas del saqueo y de la guerra; y la cantora luz del primer día de la Creación alegra el aire que huele a quemado.



1980
En toda Nicaragua


Andando

La revolución sandinista no fusila a nadie; pero del ejército de Somoza no queda ni la banda de música. A manos de todos pasan los fusiles, mientras se desencadena la reforma agraria en los campos desolados.
Un inmenso ejército de voluntarios, armados de lápices y de vacunas, invade su propio país. Revolución, revelación, de quienes creen y crean: no infalibles dioses de majestuoso andar sino personitas nomás, durante siglos obligadas a la obediencia y entrenadas para la impotencia. Ahora, a los tropezones, se echan a caminar. Van en busca del pan y la palabra: esta tierra, que abrió la boca, está ansiosa de comer y de decir.


1980
En toda Nicaragua


Descubriendo

Cabalgando, remando, caminando, los brigadistas de la alfabetización penetran las más escondidas comarcas de Nicaragua. A la luz del candil, enseñan a manejar el lápiz a quien no sabe, para que nunca más lo engañen los que se pasan de vivos.
Mientras enseñan, los brigadistas comparten la poca comida, se agachan en el acarreo y la deshierba, se pelan las manos hachando leña y pasan la noche tendidos en el suelo, aplaudiendo mosquitos. Descubren miel silvestre dentro de los árboles y dentro de las gentes leyendas y coplas y perdidas sabidurías; poquito a poco van conociendo los secretos lenguajes de las hierbas que alegran sabores y curan dolencias y mordeduras de serpientes. Enseñando, los brigadistas aprenden toda la maldición y la maravilla de este país, su país, habitado por sobrevivientes: en Nicaragua, quien no se muere de hambre o peste o tiro, se muere de risa.


1983
Río Tuma


Realizando

Entre la dignidad y el desprecio andan zumbando las balas en Nicaragua; y a muchos la guerra les apaga la vida.
Éste es uno de los batallones que están peleando contra los invasores. Desde los barrios más pobres de Managua han venido estos voluntarios hasta los lejanos llanos del río Tuma. Cada vez que cesa el estrépito, el Beto, el profe, contagia letras. El contagio ocurre cuando algún miliciano le pide que le escriba una carta. El Beto cumple y después:
- Ésta es la última que te escribo. Te ofrezco algo mejor.
Sebastián Fuertes, soldador de hierro del barrio El Maldito, hombre de unos cuantos años y guerras y mujeres, es unos de los que se arrimó y fue condenado a la alfabetización. Lleva unos pocos días rompiendo grafos y desgarrando papeles en los respiros del tiroteo, y aguantándose a pie firme mucha broma pesada, cuando llega el primero de mayo y sus compañeros lo eligen para el discurso.
En un potrero lleno de bosta y garrapatas, se celebra el acto. Sebastián se alza sobre un cajón, saca del bolsillo un papelito doblado y lee las primeras palabras nacidas de su mano. Lee de lejos, estirando el brazo, porque la vista no lo ayuda y lentes no tiene:
- ¡Hermanos del batallón 8221!...


1983
Managua


Desafiando

Penachos de humo brotan de las bocas de los volcanes y de las bocas de los fusiles. Los campesinos van a la guerra en burro, con un papagayo al hombro. Dios era pintor primitivo cuando imaginó esta tierra de hablar suavecito.
Los Estados Unidos, que entrenan y pagan a los contras, la condenan a morir y a matar. Desde Honduras la atacan los somocistas; desde Costa rica, Edén Pastora la traiciona.
Y en eso viene el Papa de Roma. El Papa maldice a los sacerdotes que aman a Nicaragua más que al alto cuelo, y manda a callar, de mala manera, a quienes le piden que rece por las almas de los patriotas asesinados. Tras pelearse con la católica multitud reunida en la plaza, se marcha, furioso, de esta tierra endemoniada.


1984
Washington


"1984"

El Departamento de Estado de los Estados Unidos decide suprimir la palabra asesinato en sus informes sobre violación de derechos humanos en América Latina y en otras regiones. En lugar de asesinato, ha de decirse: ilegal o arbitraria privación de vida.
Hace tiempo que la CIA evita la palabra asesinar en sus manuales de terrorismo práctico. Cuando la CIA mata o manda matar a un enemigo, no lo asesina: lo neutraliza.
El Departamento de Estado llama fuerzas de paz a las fuerzas de guerra que los Estados Unidos suelen desembarcar al sur de sus fronteras; y llama luchadores de la libertad a quienes luchan por la restauración de sus negocios en Nicaragua.



Eduardo Galeano - Memoria del fuego 3

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